martes, 5 de octubre de 2010

Debo dejar de preguntar qué voy hacer cuando no estas y...


Arde el cielo en tus manos,
quemas tan despacio mis sentimientos,

que no distingo si estoy muriendo

o estoy volviendo a nacer en esta mescla de placer

y de dolor si sé que no te tengo.

Me das tú cuerpo y tú pasión

pero jamás tendré tú corazón,

porque tu vida ya tiene dueño.


Aunque seas tan lejana

no puedo dejarte si yo te amo;

prefiero esto a no tener nada.

Debo dejar de preguntar
qué voy hacer cuando no estas

y disfrutar esto que siento ahora.

Emborracharme de tú piel
en este frio cuarto de un hotel

donde eres mía por una hora.


Pero te vas de aquí

y yo me quedo así,

sangrando mi espíritu en un papel,

bebiendo el vino de la soledad.

Sabrá mi tiempo de transcurrir,

pero de olvidarte jamás sabrá.


Calla el beso sin tus labios,

en cada regreso que trae el viento

deshoja olvidos mi pensamiento,

tú sombra busco en la pared

y no descubro amanecer

cuando tú ausencia vive en mi silencio.

Me ahoga el frio, el ardor
y este roció en mi habitación

donde agoniza mi desconsuelo.


Vuela libre lo pasado,

otra vida escribe lo que soñamos

entre lo absurdo y lo imaginario.

En un instante de pasión
nos despojamos del dolor

en el secreto donde nos amamos.

El mundo es solo una ilusión,

como un milagro sin explicación,

entristecido si nos dejamos.


Pero te vas de aquí

y yo me quedo así,

sangrando mi espíritu en un papel,

bebiendo el vino de la soledad.

Sabrá mi tiempo de transcurrir,

pero de olvidarte jamás sabrá.



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